8.8.05

Verla hoy

Recientemente tuve oportunidad de conseguir en dvd la primera temporada completa de Brigada A. Muchas cuestiones me surgieron al ver hoy una serie que supo ser capital en mi niñez. Doy por sentado que mi actitud a lo largo de este texto carecerá de toda imparcialidad. Apelo para hablar de ello a la memoria de aquel niño que jugaba con la camioneta original de la serie, y aquel ya no tan niño que compartía tardes de juegos con mi hermano Marcos quien, pese a ser ocho años menor que yo, supo disfrutar en su niñez de la serie (benditos enlatados), y hasta intentar reconstruir, con otra camioneta de juguete, el espíritu de aquel vehículo de los Magníficos (los juguetes de Brigada A a mediados de los noventa ya eran cosa de coleccionistas).
La primera de las cuestiones que me surgen al volver a encontrarme con la serie parte de tener que verla por primera vez con el audio original, ya que la edición que se consigue es la norteamericana, que afortunadamente tiene subtitulado en español. Difícil es pensar que aquella serie denominada “The A-Team” y con el audio original y la imagen remasterizada se pueda parecer a aquella que conocimos de pequeños con el nombre de Brigada A, con la imagen gastada de por sí y con la voz del locutor expresando el ya clásico “con las actuaciones especiales de” frente a los congelados que presentan a los actores en los títulos iniciales. Imagínense, si aun no lo han visto, ver la imagen congelada de George Peppard bajándose del helicóptero, con la placa que anuncia “starring George Peppard as John ‘Hannibal’ Smith”, y con la sola intervención sonora de la marcha característica de la serie. Hay algo que está faltando para que esta serie sea aquella que alguna vez nos deslumbró, y es el plus, si se quiere, del doblaje.
Sumado a esto es también la tristeza de encontrarse frente a una edición carente de extras, ¿o acaso a ustedes no les gustaría también ver a Mr. T, o a Dirk Benedict, o a Dwight Schultz (George Peppard desgraciadamente se nos fue en 1994) siendo entrevistados hoy? Es un tanto morboso, debido a que, a dieciocho años de haber concluido la serie, ninguno de los tres logró trascender los límites de ella. De Mr. T hay muy pocas fotos recientes, ha quedado como un ícono popular de los ochenta, Dirk Benedict sobrevive haciendo telefilms de segunda, y Dwight Schultz poniendo su voz a series animadas. Pese a esto sería interesante verlos reunirse hoy.
Pero más allá de esto, y más allá de mis expresiones iniciales, ver hoy Brigada A significa encontrarse ante una serie de la cual hoy por hoy se pueden sacar conclusiones alejadas de aquel fervor infantil que suponía ver constantemente autos volando por los aires gracias al accionar de los Magníficos. Repasemos el plot inicial de la serie, anunciado al minuto exacto del comienzo de cada capítulo, previo a los títulos iniciales, cuando la voz del locutor advertía: “Diez años atrás encerraron a una unidad de comandos por juicio militar por un crimen que no cometieron. Estos hombres escaparon de una prisión militar de máxima seguridad y se escondieron en Los Ángeles. Hoy aún los busca el gobierno. Sobreviven como mercenarios. Si estás en problemas y nadie más puede ayudarte, y si puedes encontrarlos, quizá podrás contratar a la Brigada A”. La condición de desertores de Vietnam es uno de los aspectos más jugosos de la serie, supone observar el accionar de ellos desde un punto de vista antimilitarista. Tal como Rambo (la primera, First Blood), donde el personaje de John Rambo era un desquiciado y no un héroe, aquí se juega con lo mismo. Son héroes, pero no combatientes con la bandera bajo el brazo, viven en los márgenes, recorren el país, bordean la frontera, ayudan al prójimo mientras son perseguidos por soldados. Un punto de partida conflictivo en una Norteamérica gobernada por el puño militarista de Ronald Reagan.
Apenas un punto de partida. Ya en la primera temporada, los militares establecen una tregua con la brigada a cambio de ayudarlos a rescatar a un gobernador de las manos de un terrorista. La serie cambia su eje cuasi subversivo. Los niños espectadores difícilmente puedan leer cosas como estas, el número de autos que vuelcan por capítulo no varía, como tampoco varía la actitud de liderazgo y el carisma "símil Sinatra" de Aníbal, siempre con el habano en mano, la fuerza e impronta de Mr. T, la facha y la condición de ganador de Faz, la locura y el tono de comedia de Murdock (que supo predecir sabiamente el éxito de un Jim Carrey), o incluso las actitudes absurdas que debían tomar los Magníficos para hacer dormir a Mario Baracus cuando debían viajar en avión.
Cosas que quedan en la retina y en la memoria de todos. Crecimos con ello, difícilmente hoy podamos despreciarlo, al margen de cualquier nueva lectura que pueda hacerse. Incluso se mantiene como influencia directa de ciertas realizaciones. ¿De dónde creen que nacieron, solo por nombrar algunos, Brigada Z, Brigada Cola y Los Simuladores sino?

2 comentarios:

Unknown dijo...

Proximamente, un debate: ¿Se puede ser un autor filmando mal? ¿Se puede hacer de filmar mal una reivindicación, una posición ideológica, un elemento característico, consciente y consecuente del mismo realizador? El ejemplo que tomo y analizo en el artículo es Armando Bo, vayan pensando otros.
Y cuéntennos qué recuerdos tienen (si tienen) de Brigada A, y que otras series los cautivó de pequeños, con cuáles querrían volver a encontrarse y con cuáles no, qué series viejas habría que analizar hoy en día, y cuáles no vale la pena.

Unknown dijo...

Revisando el artículo que escribí me doy cuenta de lo inconstante de las ideas que expongo, las contradicciones, la puja entre ver la serie como un niño, como lo que ha significado para nuestra niñez, y analizarla objetivamente. Espero opiniones sobre la serie, como así espero me sepan disculpar, Brigada A despierta en mí pasiones encontradas.