23.9.05

Chuck Palahniuk habla x mi

Las abejas obreras libran;
Hasta los zánganos saben volar,
La reina es la esclava.

Sin tener siquiera un nido
El pájaro llamará hogar al mundo:
La vida es tu tarea.

Los brotes florecen y mueren
Trae el viento nieve o mariposas,
La piedra no repara en ello.

El tigre sabe sonreír;
La serpiente dirá que te quiere:
Las mentiras nos vuelven malos.

Blanca luna de rostro vigilante;
Las estrellas nunca se enfurecen
Bla, bla, bla, fin.

Irónico, ¿No?

Es extraño. Todo este tiempo viví con un leve malestar, al haberme ausentado tanto tiempo como redactor. El tema está, claro, en que tampoco quería dejar constancia escrita de algo que no me interesara. Este espacio me urge con escribir, pero no encuentro la forma adecuada. Intenté la reflexión, pero sólo lleva a la discusión. Intenté la ficción, pero no tuvo repercusión. Intenté escribir, pero nada tocaba mi corazón. Es extraño. Horror vacui. Mierda.
Creo que voy a llevar a cabo por escrito lo que el hombre del sendero del cielo me pidió hace un tiempo.
Ironía de un amor soñado. Ese es el título del corto que filmamos la última semana de agosto. Hoy está casi terminado (falta convencerme de que se necesita doblaje).
Es un caso particular. Los diálogos no son mi fuerte, mucho menos la comedia, y justamente eso es este corto: una comedia dialogada de principio a fin. Es extraño (sí, lo es). Este corto fue filmado con numerosa cantidad de locaciones, en un despliegue de producción como nunca antes había tenido, si bien apresurado e improvisado (esto me lo debo a mí mismo); impecable y eficiente. Se contó con un actor conocido, que se acopló al proyecto y ayudó en lo que pudo para que todo saliera lo mejor posible. Así como el resto del reparto. Fue una experiencia de rodaje extraordinaria, y lo mejor de todo, muy lograda.
El problema (siempre hay uno) se presentó en la sala de edición. Debido a lo tan peculiar para mí que había sido ese corto, toda la magia (sí, magia ciertamente) que había sentido durante el rodaje no la veía en la sala de edición y el problema se acrecentaba: el corto estipulado cerca de 20 minutos de duración, debía llegar a máximo 12.
El trabajo fue exhaustivo, y lo peor de todo, por primera vez, odiaba el material, luché internamente por este cortometraje que no estaba quedando como se esperaba, que no cerraba que no se llegaba. Debo agradecer a la contada ayuda de mi equipo: McCallister, Villaruel, Pipo Pescador y Padre Coraje (respetando los apodos que Francisco, el protagonista, les asignó). Hoy en día es un corto que quiero, pero que sigue siendo un interrogante, ya que es la primera vez que peleo de esta forma con un montaje (generalmente peleo en el rodaje y disfruto la edición).
No quisiera terminar estas palabras sin antes agradecer a todos aquellos que participaron en este cortometraje que hicieron posible, lo imposible: Sole, Dolo, Fabri, Luz, Leo, Leo, Leo, Emi, Maro, Ale y Javi.
Les agradezco a través de este medio, ya que el tema lo amerita. Espero que esto crezca y continúe.
Mis más sinceros saludos,

Mega

22.9.05

Time

“Una cosa curiosa, el tiempo. No podemos vivir sin el tiempo, no podemos escaparle al tiempo. El tiempo es corto para aquel que ha vivido mucho y es largo para aquel que ha vivido poco. Para el que espera el tiempo es lento, para el que corre el tiempo vuela. Somos las victimas del tiempo, los asesinos del tiempo. Un hombre sin reloj no va a estar nunca apurado, pero el que tiene reloj va a llegar siempre tarde. El tiempo no tiene tiempo. Vos SOS el reloj.”

17.9.05

Darín toma Tegretol

Jueves 15 de septiembre, 14:15 hs, Cinemark de Puerto Madero, primera función de El Aura. Llegamos con Maro a verla. Irónico (perdón, Mega, por esa expresión), llegamos corriendo por las calles como Darín y Pauls en Nueve Reinas. Nos disponemos a verla.
Años siguiéndole la pista, desde que supe que Bielinsky la estaba escribiendo. Meses teniéndola como la película que más ansiaba ver. Demasiadas expectativas que bien podían convertirse en una rotunda decepción. Es más, con tantas expectativas era más probable que me defraude a que me conforme. No. El aura resultó ser la mejor película argentina del año y, quizás, una de las mejores películas argentinas que vi en mi vida.
Lo es por muchas razones. La primera de ellas es el riesgo. Bielinsky, con todo Patagonik de su lado, con pre-ventas internacionales, con varios países ansiando ver su próximo paso, con una campaña publicitaria acorde a su calidad de tanque, se decide por una película puramente contemplativa, oscura, extensa sin ser aburrida, refinada en sus minuciosos detalles, sin golpes bajos ni giros bruscos de guión (característica principal de Nueve Reinas). Una película que, si no hubiera sido precedida por el extraordinario (en todas las acepciones de la palabra) éxito de Nueve Reinas, no habría recibido todo el apoyo que tuvo.
Lo tuvo, y en vez de entregar un rock, un twist, un hit pegadizo, una que sepamos todos, Bielinsky entregó una ópera, ambiciosa y rigurosa a la vez, forma que le sienta a la perfección a El aura.
Otra de las razones es su historia, el lento transcurrir de una semana en la vida de un taxidermista obsesivo, meticuloso y con una sorprendente aprehensión de los detalles. Detalles que construyen robos, ambiciones, locuras difíciles de cometer, al menos para este personaje, que cuando quiere actuar por primera vez, termina matando a un hombre por accidente (el pie inicial del conflicto, el primer plot point). Un hombre inmerso en una serie de acontecimientos que lo obligan a tomar decisiones, a optar entre su cerebro y sus impulsos, y cuyas determinaciones lo alejarán definitivamente de la imagen del típico héroe norteamericano que quizás hubiera protagonizado esta película. Un personaje y un actor (Darín en un papel insuperable, incluso y sobre todo para él mismo) que no se separan del espectador en ningún momento, que son casi la proyección del espectador dentro de la película (esto último suena mejor en boca del propio director). Un personaje que ni siquiera tiene nombre (el Espinosa que se usa para nombrarlo en las críticas y comentarios de la película es apenas un truquillo publicitario), hecho que hace más sencilla la empatía con el espectador. Un personaje con la dificultad de tener dentro de su propio cerebro la puerta abierta a lo imprevisible, simplemente por tener una puerta abierta en su cerebro, lo que lo lleva a padecer constantes ataques de epilepsia, elemento que juega un papel preponderante en la trama.
Y aquí otra de las razones por la que disfruté esta película, porque no me es ajena. Siendo pequeño, tres, cuatro años, tuve convulsiones, que derivaron posteriormente en ataques de epilepsia a los trece años, y un tratamiento de unos seis años con Tegretol (medicamento que toma el taxidermista, de ahí el título de este artículo). A los diecinueve años dejé de tomarlo, y hace un año y medio que no sufro ataques, teniendo la seguridad de que lo mío fue un simple y común caso de epilepsia adolescente. De todas maneras, disfruté al momento de ver en pantalla el ataque de epilepsia del personaje, mejor dicho el instante previo al ataque, el aura en sí. Pude reconocer por haberlo vivido, ese zumbido en la cabeza, esa luz que titila (que en la película no se ve porque la cámara está siempre frente a Darín), ese instante que el personaje describe de modo epifánico y que, al menos por mi experiencia personal, debo decir que no es tal (mi caso es distinto por conllevar convulsiones), pero le da a ese instante un toque maravilloso, un movimiento mayor, sutil y central en esta ópera.
En síntesis, El aura es una película de una destreza cinematográfica formidable, una lección “a la argentina” de cómo construir una gran película, de puesta en escena y manejo del espacio off, de dirección actoral, de nivel técnico, un exceso de ambición que no por ello es pecaminoso, una apuesta fuerte que deberá encontrar su público. Ojalá que lo consiga y que sea un éxito, tiene la ventaja de tener toda la crítica a favor y una campaña promocional irreprochable, pero no deja de ser una película arriesgada. Del éxito o fracaso de esta película dependerá el triunfo o la derrota del cine argentino como tal, al menos de lo que se pretende denominar cine de género de autor, y que tanta falta le hace al cine argentino. El público tiene ahora la chance de elegir, de ellos dependerá el destino de este tipo de cine. Ojalá que triunfe, que se haga la luz, que sobrevenga el aura.

9.9.05

48, el muerto que habla

Señores:
Inicio este post por varias razones. La primera es que noto una deserción por parte nuestra (o sea, los bloggers), y hay que reavivar la página. Ultimamente tuvimos varias entradas de usuarios, lo que quiere decir que estamos decepcionando a la poca gente que nos visita. La segunda razón es que leí un post del toro en su caverna que me inspiró. Para alegría de ustedes, debo decir que esta vez no los voy a llenar con información afanada, ni voy a hablar de nada que tenga que ver con el cine. Esta vez voy a hablar del otro tópico que se presenta día a día en cada conversación: las mujeres. Peor, esta vez me voy a confesar. No me gustan las mujeres.
Mentira, lo dije para incitarlos a que sigan leyendo. Me gustan las mujeres. Peor, me encantan. ¿Por qué peor? Porque me ha tocado la mala suerte de pertenecer al equipo de los "losers". Esos que cuando van a bailar están destinados a la medalla de oro en plancha. Esos que no pueden pescar ni un bagre (suena misógino y, para peor, lo es, disculpen). El problema es que no pescamos no porque seamos demasiado desagradables, lease, no me considero Brad Pitt (como otros), o George Clooney (como otros), ni siquiera llego a la talla de un Matt Damon, o a la del latoso Ben Affleck (ni que hablar de levantar a J-lo). Pero atención, tampoco tengo el autoestima lo suficiente bajo como para considerarme el último orejón del tarro. Es por varias razones, a saber:
1) Físico: Años de gimnasia faltantes en mi cv, muchos campeonatos de alpedismo y tiro al sillón ganados con ventaja, calvicie pronunciada, arrugas incipientes (últimas dos causadas por nervios, somatización y demás materias aprobadas hace rato). Lo que resulta un combo perfecto para recibir la siguiente respuesta al dar mi edad: "20 años, jejeje..." o "20 años... pero estás hecho mierda, hermano..."
2) Otros: Esencialmente, falta de actitud. Fatalismo constante. Histeria no reconocida.
Hace poco, sentí frente a mí la posibilidad de cambiar el curso la historia. Un cruce de miradas, una sonrisa picaresca, y en otras oportunidades una propensión a tocar, agarrar (no malinterpreten estas palabras), abrazar. ¿Qué es lo que hace que las cosas no cambien? Esa dolorosa voz dentro tuyo que te dice al oído: "Sos un pelotudo, no vas a hacer nada". Ese constante pedido interior de que sea ella quien nos diga algo parecido o similar a algo romántico, un "you had me at hello", "I need you", "I love you", alguna de esas cosas que suenan cursis y para uno no lo son porque nunca las ha podido decir, o porque al decirlas (o al decir algo parecido o similar) se ha dado cuenta que fue un error, que miramos el desierto buscando un oasis, que nos tiramos a la pileta estando vacia. ¿Por qué? ¿Será que lo tenemos escrito? ¿Será que algunos nacimos para el cachetazo, para ser afortunados en el juego y nada más? Y buscamos complicidad en amigos que están en la misma situación, y cruzamos miradas en ciertas situaciones, y nos reimos al darnos cuenta que no estamos solos, que hay otros pelotudos, para después volver a la misma, "somos tan patéticos". Y admiramos y envidiamos a los amigos que no están en esa, los casados, los que ya tienen cubierta esa necesidad (como diría otro patético amigo mío). Por eso os digo, pequeñas, hagan algo. A algunos nos cuesta vencer la timidez, y esos pequeños instantes en que la vencemos los atesoramos de por vida, aun sabiendo que no hay luz al final del camino. Que vivimos siendo un 48, un morto qui parla, esperando el momento de salir a la luz, de sabernos catalépticos.

4.9.05

Post freak

Esto es nada más que para avisar que a partir de hoy inauguramos counter, así que entren que serán contados. Las veces que entraron hasta ahora nos la guardamos entre nosotros (ponele que nos visitaron como 5000 veces, exagerando demasiado). Nada más, hasta la próxima.
P.D.: Estoy entre lo que fue Ironía y el rodaje de mi corto, cuya proximidad me abruma, por eso no le estoy dedicando tiempo al blog. Sepan disculpar, o agradecer, como quieran.

Amanecer de una noche agitada:

Abro los ojos. Miro el reloj. 2:30. Mierda digo. Fue de esas noches en que no sabes si dormiste o no, tenes esa sensación de no haber dormido nada, el cuerpo hecho bolsa, al parecer no soñaste con nada o básicamente pensaste en las cosas que pasaron en ese día, como replanteando un incidente desde diferentes puntos de vista.
A veces cuando estas en pedo escribís cosas en servilletas, historias, frases, que te parecen dignas de Shakespeare, pero después te despertas y te das cuenta que sos un boludo. Acaso alguien me puede explicar que significa: “el alcohol modifica la percepción y ciertos niveles del análisis, pero no del procesamiento”. No tengo ni idea que podría llegar a significar eso. Es algo que está más cerca del arpa que de la guitarra, un sinsentido (todo junto, como lo escribiría Faulkner).
La noche empezó joven, entretenida, pero al par de horas y después del séptimo vaso de cerveza pocas cosas te pueden decepcionar. Hasta escuchar a Tom Jones te puede parecer entretenido, ni hablar de cuando las charlas se empiezan a poner calientes.
Si analizásemos la estructura de cualquier noche encontraríamos un incidente al comienzo (el festejo del fin de rodaje, bah! Una excusa), algo de desarrollo con varios puntos de giro hasta este primer climax a mitad de la noche que suelen ser las charlas calientes. Terminado esto lo aconsejable es lo más rápidamente partir hacia otro lado (bar, boliche, loquesea) y comenzar con el segundo acto, que como toda buena noche deberá de tener su ascensión climática hasta un hipotético climax con la forma que uno desea. A veces la ausencia de este climax no es del todo negativa, sino que existe pero sin tal grado de dramatismo (para poner una palabra). Después del climax no queda nada mas, para las chicas un taxi, para las borrachas un balde, para los hombres es bueno una caminata nocturna y hasta comer algo x el camino.
Bueno, me canse…
Algún día continuara…