El cine nunca podrá acercarse a ciertas cosas. En especial a aquellas cosas que se sienten o se perciben con instintos. Es tan simple como esto: Los que las vivieron las entienden, los que no, no.
Por ejemplo, el sexo. El cine nunca va a poder mostrarle a una persona que nunca lo tuvo lo que se siente, o lo que se opera en una relación sexual íntima. Lo entendí el día en que ya había dado mi primer beso. Previa a esta instancia, los besos en las películas me parecían... nada, eran besos, no había pasión, había quizás calentura, pero no podía compenetrarme con ese acto del que yo no sabía nada. En la instancia posterior, ciertos besos (aquellos que se mostraban realmente apasionados) me retraían psicológicamente al momento en el que yo hacía lo mismo, y sentía lo mismo que en ese momento, es decir, me sentía co-partícipe de estos actos.
Con el sexo y las películas pasa algo similar. En una película como la última de Cronenberg ("A History Of Violence", magnífica, por cierto, la recomiendo con entusiasmo), el sexo apasionada y violentamente interpretado lo compromete a uno en un grado más natural, pero en el caso de las películas porno, a pesar de ser dominadas por tanta artificialidad (más allá de que los hombres nos exitamos a través de los ojos principalmente), se puede llegar, también, en algunos casos a este nivel de identificación a partir de ciertos actos que nos llevarán a recordar o revivir la sensación o emoción que produce tal acto y depositarlo en la película.
Lo mismo sucede con la violencia. La violencia es inherente a todos. Todos nos identificamos con la violencia. A través de la adrenalina que produce una situación extrema o violenta. Todos tenemos violencia dentro nuestro. Algunos la exhiben, otros la esconden. El cine la vuelca en la pantalla y nos la deja respirar y liberar sin pormenores que nos traigan remordimiento o dolor, en otros casos.
De todos modos, muchas veces he pensado cómo acercarme, cómo hacer sentir cosas al espectador, cuando el medio es tan limitado en este aspecto. Cómo hacerle sentir lo que yo siento en este momento, o lo que sentí hace unos días, o años. Incluso debatí con una idea en la cual crearía la sensación de "déja vu" sobre el espectador a través de la recreación en composición de cuadro y arte, sin llegar a ser obvio, las imágenes más recordadas de las películas más vistas. Pero cada uno la verá con ojos diferentes, es ciertamente imposible alcanzar un público global absoluto de la misma forma. Creo que no es posible. Cada espectador recibirá de acuerdo a su contexto y eso lo llevará a teñir la obra con un tinte personal. Creo que seguiré pensando. Quién sabe, quizás se me ocurre algo.
Mega
Por ejemplo, el sexo. El cine nunca va a poder mostrarle a una persona que nunca lo tuvo lo que se siente, o lo que se opera en una relación sexual íntima. Lo entendí el día en que ya había dado mi primer beso. Previa a esta instancia, los besos en las películas me parecían... nada, eran besos, no había pasión, había quizás calentura, pero no podía compenetrarme con ese acto del que yo no sabía nada. En la instancia posterior, ciertos besos (aquellos que se mostraban realmente apasionados) me retraían psicológicamente al momento en el que yo hacía lo mismo, y sentía lo mismo que en ese momento, es decir, me sentía co-partícipe de estos actos.
Con el sexo y las películas pasa algo similar. En una película como la última de Cronenberg ("A History Of Violence", magnífica, por cierto, la recomiendo con entusiasmo), el sexo apasionada y violentamente interpretado lo compromete a uno en un grado más natural, pero en el caso de las películas porno, a pesar de ser dominadas por tanta artificialidad (más allá de que los hombres nos exitamos a través de los ojos principalmente), se puede llegar, también, en algunos casos a este nivel de identificación a partir de ciertos actos que nos llevarán a recordar o revivir la sensación o emoción que produce tal acto y depositarlo en la película.
Lo mismo sucede con la violencia. La violencia es inherente a todos. Todos nos identificamos con la violencia. A través de la adrenalina que produce una situación extrema o violenta. Todos tenemos violencia dentro nuestro. Algunos la exhiben, otros la esconden. El cine la vuelca en la pantalla y nos la deja respirar y liberar sin pormenores que nos traigan remordimiento o dolor, en otros casos.
De todos modos, muchas veces he pensado cómo acercarme, cómo hacer sentir cosas al espectador, cuando el medio es tan limitado en este aspecto. Cómo hacerle sentir lo que yo siento en este momento, o lo que sentí hace unos días, o años. Incluso debatí con una idea en la cual crearía la sensación de "déja vu" sobre el espectador a través de la recreación en composición de cuadro y arte, sin llegar a ser obvio, las imágenes más recordadas de las películas más vistas. Pero cada uno la verá con ojos diferentes, es ciertamente imposible alcanzar un público global absoluto de la misma forma. Creo que no es posible. Cada espectador recibirá de acuerdo a su contexto y eso lo llevará a teñir la obra con un tinte personal. Creo que seguiré pensando. Quién sabe, quizás se me ocurre algo.
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