21.2.06

RESPUESTA A SYRIANA

SYRIANAEntre a ver Syriana buscando una buena pelicula pero me econtre con un burdo imitador de Steven Soderbergh, tratando de repetir la formula de TRAFFIC. Steven Ghagan no le llega ni a los talones a Soderbergh. Trata de utilizar los actores fetiche de Steven (George Clooney, que no esta taaan gordo como dicen y Matt Damon), el mismo tipo de montaje con los cortes dentro de plano y las anticipaciones del sonido, la yuxtaposicion de voces acerca de un mismo tema (A Gaghan siendo guionista de Traffic se le puede conceder ese logro, pero mas que una marca de autor, en el parece una mera repeticion de lo que funciono y le dio un Oscar en Traffic) y la musica, disonante y ambiental. La fotografia del maestro Robert Elswit (fotografo de P.t. Anderson) prolija y moderada no logra arriesgarse de la manera que Soderbergh fotografió Traffic, de una manera brutal y funcional (tan funcional que mediante lo colores ya sabiamos en que historia y en que lugar estabamos sin necesidad de esos intertitulos que nos ubican a cada cambio de escena en Syriana). Sin embargo, aun con todo esto en contra Syriana podria ser una gran pelicula solo que reposa demasiado en la verborragia de los personajes, los dialogos no dan respiro y las imagenes empiezan a carecer de fuerza. El cine es imagen+sonido y el dialogo no es el unico sonido que hay. Ahora bien, la pelicula fluye, no aburre y muestra puntos de vista divergentes acerca de un mismo tema. Personajes que se venden, traiciones, sobornos, personajes que son usados, petroleo, cia, damon, clooney, dinero, politica, medio oriente, golfo persico. Con todos estos ingredientes Syriana deberia haber sido una gran pelicula, pero termino siendo una aceptable pelicula politica que vale mas por lo que quiere decir que por lo que dice o como lo dice.

14.2.06

ULTIMAS IMAGENES De DEUS EX






Se viene Deus Ex y para los fanaticos que lo esperan aca hay cinco fotos para disfrutar. Dos del "No es Solo un corto de Hadas" de Dolores Montaño; dos de "Tefilin" de Leo Aquiba Senderovsky y una de "Etiqueta Negra" de S. Mega Diaz.
Proximamente subire fotos de leo con la pelada pintada por Emiliano para el corto de Mega.
DISFRUTENLAS!!!

13.2.06

Para agregar al dossier, nota de Syriana

Bueno, gente linda, para completar la nota anterior, aquí les adjunto una crítica que escribí recientemente para otra publicación, en este caso la revista rosarina Segunda Impresión, sobre la última película estrenada con el gran Clooney, Syriana. Veanla acá, en la revista la publicaron igual, pero por error le pusieron la calificación de Regular, cuando la había calificado como Buena (o Muy buena, en todo caso).

Syriana
Todo está conectado. Así sugiere el tagline de Syriana, película escrita y dirigida por el guionista de Traffic, Stephen Gaghan. Bajo esa frase se esconde todo el entramado que sostiene la corrupción en Estados Unidos, las intervenciones en Medio Oriente, el surgimiento de terroristas y, detrás de todo eso, el negocio del petróleo. Sobre todos estos temas se mueve Syriana, una de las propuestas más interesantes en plena temporada de estrenos con sabor a Oscar.El film trabaja con tres historias principales, la primera de ellas es la de Bob Barnes, un agente de la CIA (George Clooney, físicamente irreconocible, no tanto por razones argumentales sino para despegarse de su imagen de galán); la segunda es la de Bryan Woodman (Matt Damon), analista ecónomico y asesor de un futuro candidato a Emir con ideas revolucionarias; y la tercera es la de Bennett Holiday (Jeffrey Wright), un abogado que investiga la fusión de compañías petroleras. Todos ellos son apenas tres puntas de un mismo conflicto, meras presas del accionar del gobierno norteamericano, por presiones de empresarios petroleros. De esa manera se tejen todas las historias, a Barnes le asignan una misión casi suicida para sacárselo de encima y los ex trabajadores del petróleo, inmigrantes ilegales, son reclutados para ser convertidos en futuros terroristas. Si bien la película pierde dinamismo al caer en escenas puramente discursivas y al abrirse a muchas subtramas (su carácter coral la asemeja mucho a Traffic), esto no perjudica la destreza visual, muy similar al eclecticismo de Soderbergh (éste ahora productor junto con Clooney de este film), aunque con menor presupuesto en este caso, y las notables actuaciones del reparto, en especial de George Clooney y de algunos actores secundarios. Pero sobre todo, no consigue afectar la importancia histórica que tiene esta película, tal como Munich, de Spielberg, surgidas en un ámbito que naturalmente margina estos films por su controversia y por decir “demasiadas verdades en 120 minutos”.

Todos queremos ser George Clooney

Todos queremos ser George Clooney. Esa no es una afirmación en vano. Intento escribir estas líneas aportando mi opinión personal, aunque se profundamente que mis queridos cobloggers, Mega y Maro, comparten mi opinión.
La cuestión es que, con el reciente estreno de Syriana, y el inminente estreno de Good Night and Good Luck, comenzaron los comentarios. "Hay que escribir sobre George Clooney. Es un groso", "Tenemos que hablar ahora del más grande". En fin...
Clooney es un tipo sexy. Es un metrosexual. Es el galán favorito de todas. Todo eso lo sabemos. Que es el Cary Grant del siglo XXI, no es novedad. Que dicen que es gay, tampoco (aunque creemos saber a ciencia cierta que no lo es, y que son habladurías de los tabloides porque es un cuarentón soltero y mujeriego empedernido, y porque es mejor que todos los que andan hablando por ahí). En fin...
El tema aquí es que Clooney es mucho más que eso. Es groso. Y qué lo hace ser groso? Es groso porque combina charme con inteligencia. Porque se junta con otros grosos como él (como su amigo y socio, Steven Soderbergh, pocos grosos en el mundo del cine actual como él). Porque, pudiendo mantener una línea de superstar, un status sencillo (aunque una carga muy pesada, no lo olvidemos), Clooney elige una senda más compleja. Elige combinar todo su ya probado status y su condición de preferido, tanto por damas como por caballeros, con un fuerte compromiso político. A Clooney le gusta hablar de ciertas cosas. Es un activista, y como tal, le gusta plasmar en pantalla cuestiones fuertemente ideológicas, sembrar la polémica dentro del stablishment. Por eso, con esa convicción que lo caracteriza, elige ser productor y protagonista de una película como Syriana, escrita y dirigida por el guionista de Traffic (otra película que genera debate). En el caso de Syriana, una película de denuncia, que acusa a los petroleros de ser los responsables de la invasión americana en medio oriente, entre otras cosas. Una película complicada, para la que Clooney tuvo que engordar 14 kilos, y terminó sufriendo en el rodaje un accidente en la espalda, que él mismo detalla como el "dolor más terrible que jamás sufriera". Porque Clooney es groso y se la juega. Y se la juega también en su incipienta carrera como director. Con otra película en su haber, Confesiones de una mente peligrosa, también algo política, pero sobre todo muy entretenida, ahora se larga con Good night and good luck, al igual que en Confesiones... sobre el mundo de la televisión, pero en este caso en blanco y negro, y sobre un periodista que se la juega en la época del maccarthismo. La vamos a ir a ver y sabemos de antemano que no nos va a defraudar, que es en definitiva un entretenimiento, pero que a la vez nos dejará reflexionando. Porque es de Clooney, que es groso y se la juega como pocos.
Larga vida entonces a nuestro venerado y talentoso Mr. George Timothy Clooney.
Apostilla: Ah, y seguro que se merece tanto como Spielberg el Oscar a mejor director. Pero seguro que gana Ang Lee, porque en Hollywood, los cowboys gays son algo más digerible que una fuerte y clara oposición al conservadurismo dirigencial. Una lástima.

Munich, la última de Spielberg

Amigos/as lindos/as:
Luego de mi prolongada ausencia por estos lares, vuelvo para dejarles una nota que escribí para una publicación en la que colaboro, sobre el último opus de nuestro querido "ET con canas", Steven Spielberg.
Munich
Munich, 1972. Once atletas israelíes son tomados por rehenes por una organización terrorista palestina, luego conocida con el nombre de Septiembre negro, durante los Juegos Olímpicos disputados en dicha ciudad. Los hechos culminan en masacre en medio de un fallido intento de rescate. Los Juegos siguen su curso como si nada hubiera sucedido.
Steven Spielberg toma este hecho como puntapié inicial para una narración que incita a la reflexión, en este, no sólo su film más polémico hasta el momento, sino el más político.
Para explicar esto basta ver la secuencia introductoria de Munich, donde se narra la masacre de Munich desde la perspectiva del pueblo judío y del palestino. Es que Spielberg, quien además de haber sido considerado el “Rey Midas de Hollywood”, es un cineasta moralmente responsable y comprometido con causas como la Shoá y demás temas asociados con sus raíces judías, aquí adopta una postura más madura, no divide las aguas en héroes y villanos, y traza con estos elementos una trama aún más compleja de lo esperable.
Avner, el protagonista (estupendamente interpretado por Eric Bana), es un agente israelí convocado por el gobierno de Golda Meir para liderar un grupo secreto cuya misión es asesinar, uno por uno, a todos los responsables de la masacre de Munich.
Durante el transcurso de dicha misión, se desarrolla todo el cuestionamiento moral que afecta a los agentes y que resulta el conflicto principal de la película. Los agentes, a la vez que actúan como profesionales, se permiten preguntarse por qué ejecutar esas órdenes, qué se consigue con la venganza, con eliminar cabecillas y líderes terroristas, si eso sólo genera el reemplazo de estos por otros. Mientras los nombres cambian, la política de enfrentar al terrorismo con más terror, provenga este de un estado democrático como Israel o no, sólo puede generar una escalada de violencia imparable, porque la violencia sólo puede generar más violencia. Esa es la conclusión a la que arriba Avner, luego de un camino arduo y doloroso, el plan inicial de “eliminar objetivos” se irá trastornando, hasta atravesar, por ejemplo, toda Europa para vengar la muerte de uno de los agentes del grupo. Las discusiones ideológicas se suceden, y el punto de vista de este agente atormentado por la misión que le encomendaron, termina siendo el claro punto de vista del realizador.
Avner descubre que el único refugio para su tormento, la única paz que finalmente podrá encontrar en el mundo, se encuentra al calor de su hogar, con su mujer y su hija.
Técnicamente irreprochable, como todo film de Spielberg (a esta altura ya un reconocido maestro en el manejo del lenguaje cinematográfico), en esta película trabaja con recursos concretos como el zoom, que permite no sólo asociarla los films producidos en los setenta, época en la que se sitúa el film (época en la que el zoom era un recurso en boga), sino que además le aporta cierta aparente desprolijidad que le otorga un carácter de urgente y necesaria.
En este mundo que sabe caer constantemente en los mismos errores del pasado, Spielberg nos deja un film urgente e indispensable para entender el mundo en el que vivimos, y deja un mensaje claro. Al final, luego de que Avner se niega a encarar una nueva misión, invita a Ephraim (Geoffrey Rush), el funcionario que le encargó la misión, a su casa a cenar, a cumplir la mitzvá de compartir el pan. Al rechazar la invitación, sus destinos se separan definitivamente, y la cámara nos deja con una última y sobrecogedora imagen, el paisaje de New York en los setenta, con las Torres Gemelas. Esta última imagen sintetiza todo lo dicho en el transcurso de la película, que la lucha contra el terrorismo con las mismas armas, sólo ha logrado que dicha batalla continúe hasta nuestros días, un conflicto que parece no tener solución, y que no lo tendrá mientras los supuestos países civilizados continúen respondiendo como bestias. Un conflicto sin héroes ni villanos, sólo enemigos.