25.8.05

El Subsuelo: La Muerte Del Mago (3ra secuencia)

El Médico

"Volver a Subiette creaba esa extraña espectativa de quien vuelve al hogar a revisitar sus juegos de la niñez. Había un halo de melancolía en el aire de la ciudad que me posicionaba instantáneamente en el lugar de espectador de un pueblo que había seguido con su vida, a pesar de mi abandono. Las razones para volver eran muchas, a esta altura de mi vida; todas las razones siempre son muchas (creería que los años las acumulan, pero no puedo asegurarlo). Una de ellas era una necesidad de cambio; salir de la ciudad y la rutina. No hacía mucho que había trabajado en una resucitación y me encontraba fatigado. El cabello desteñido pesaba de una manera increíble sobre mí allá lejos en la ciudad. Necesitaba un cambio de aire, y qué mejor excusa que un concierto de el venerado Mago en mi ciudad natal. Allí empezó todo.
Horas más tarde me encontraba frente a las consecuencias de ello. El Mago clínicamente fallecido sobre una camilla del humilde hospital de "El subsuelo", como algunos optaban por llamar a Subiette. Lo que había comenzado como una velada encantadora con una sensación de goce y destiempo, similar a la de un turista en vacaciones, había tornádose en una tragedia, y yo me encontraba en primera fila de ésta. En los breves segundos de la primera aparición del Mago sobre el escenario, un psicópata se abalanzó sobre el escenario apuñalando severa cantidad de veces al Mago. Recuerdo con repulsión la mirada extasiada de éste, se leía felicidad en su rostro. La policía actuó con regular eficacia. Media hora más tarde estaban sacando el cuerpo de allí y de alguna forma yo estaba también dentro de la ambulancia.
Miraba el cuerpo del Mago, juntaba mis manos como tantas otras veces, y en tantos otros lugares. El corazón del Mago. Una centrífuga sensacion de energía a través de mis manos. Mi cabello aún más desteñido, mi cuerpo aún más débil, pero el Mago respira y vuelve a vivir. Aquella fue la primera vez que tuve la impresión de que ya no podría hacerlo más. Pero el Mago vivía. El cuerpo dolía, mas todo aquello lo valía. El adolescente dentro mío que tarareaba sus canciones a través de las calles sonrió una vez más.
Velé dos días junto al hombre que tanto significaba dentro de mi memoria (cualquier habitante de estos suelos conocía la figura del Mago y se identificaba con ella), antes de recibir ninguna visita; había pedido a los agentes que se encargaran de filtrar a cualquier fanático. Fue al segundo día, a punto bajar la guardia del Mago viendo su perfecta recuperación, que fui sorprendido. Un hombre con un aspecto propio de la ciudad, una extraña cámara fotográfica en mano y un cartoncito que leía "prensa" colgando de su cuello se acercó a la habitación. Tenía un porte relajado y seguro. Me miraba con desprecio y a todo lo que había en derredor. Fumaba, no era confiable recuerdo pensar. Todo fumador esconde algo detrás de su humo. Sin embargo, dejé que tomara fotografías, creí que el Mago le debía al menos eso a sus fanáticos. Me excusé fuera de la habitación, alegando mi miedo a la publicidad y a los medios en general.
Recuerdo toser. Recuerdo haber pensado que aquella era una extraña cámara fotográfica, ni siquiera en la ciudad veía cámaras tales. Recuerdo haber abierto la puerta nuevamente tras un extraño chasquido desde dentro. Recuerdo que la luz se encontraba apagada dentro de la habitación. La encendí. Sólo el Mago sobre la camilla, una ventana abierta en un extremo, un imperceptible quejido sofocado del Mago, las sábanas con manchas y la herida de bala sobre el cuerpo del Mago."


(fin tercer secuencia)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mega mago

Anónimo dijo...

Me encantó el relato!!!. Qué bueno que regresaste...de acuerdo con los comentarios...de "escribí Mega!".