Crisis de Identidad

Felipe dijo: "Perfecto", y exactamente eso quiso decir, pero también era cierto, reconoció, que escasamente la expresión "Perfecto" escapaba de sus labios, y menos aún, en la entonación en que fue pronunciada. A la vez que daba vueltas a esto, agitaba la mano suavemente saludando también de una forma que quizás le era ajena a su cuerpo. Vio a Matías, muy amigo suyo, y su característica forma de decir "Perfecto" para expresar su acuerdo con una idea y de agitar la mano suavemente al saludar a alguien; y lo vio en sí mismo.

Algo dentro suyo entró en pánico. Se vio en todas aquellas copias y emulaciones de gestos, frases y modos de tanta gente que atravesó su vida y que él tan evidentemente había imitado. Había robado tantos otros "Perfectos" en su vida.

Entonces, la idea lo asaltó. Hasta qué punto tenía poder él sobre su propia vida. Si no podía controlar el impulso de adoptar gestos ajenos, cómo iba a dar un camino a su existencia. ¿Quién era él para dar un camino a esta, cuando ni siquiera sabía quién era él? ¿Acaso era el celular que había comprado, o las ropas que usaba? ¿Acaso su gusto de películas o de corte de carne? Quizás, pero también poco probable. Si él no podía ser sus propios gestos, sus particularidades quedaban libradas a un rejunte de detalles ajenos condensados en su cuerpo. Él sería entonces, el "Perfecto" de Matías, con el cejo fruncido de su padre, y el comerse las uñas de su madre. Es decir, él ya no sería él, sino un collage, retazos de otros, que a su vez, lo completan, y le dan una forma desequilibrada, pero lo suficiente, aunque no definitivamente, única como para recién encontrar este dilema a sus veinticuatro años.

Se lo contó a un amigo que le recomendó la película "Zelig" de Woody Allen. Él la vio y lloró.

Felipe, entonces, pensó en el suicidio, pero no sería original. "Ya está todo hecho" le habían dicho alguna vez, alguien, en algún lado. "Hay demasiada gente en el mundo" pensó.

Le pareció que sólo algo completamente original e impensado podría sacarlo de aquella encrucijada existencial. Realizar un acto único que lo lleve a la individualidad suprema. "Hay demasiada gente en el mundo" pensó. No tendría forma de saber realmente si su acto llegaría a ser lo suficientemente original como para alcanzar tal nivel de individualidad.

"Hay demasiada gente en el mundo" pensó. Y fue entonces, que salió a matar gente con un tenedor de cocina. Creo que Felipe murió felíz. Siempre todo el mundo lo recordaría por aquel acto.